sábado, 11 de abril de 2020

“Vayan a Galilea…”

Para meditar esta consigna insistente del Resucitado a sus discípulos, tengamos en mente y corazón el epílogo del Evangelio de Mateo (Mt 28,16-20). Más que clausurar decorosamente un libro, estos versículos recogen y enfatizan aspectos fundamentales del mismo. Encontramos aquí pautas importantes para ser “Iglesia en salida, comunidad evangelizada”.

Mural de Maximino Cerezo Barredo.

1. “Los once discípulos marcharon a Galilea.

v Tenían que salir del ambiente donde se encontraban con las puertas cerradas y con miedo. Había que vincular la noticia de  la resurrección de Jesús con las convivencias que compartían con él en Galilea. Era en Galilea donde “veían a Jesús con sus ojos, donde lo oyeron con sus oídos y donde sus manos podían palpar su cuerpo” (cf 1 Jn 1,1-4). Había que regresar a esta experiencia fundante de su comunión con Jesús. Había que recuperar esta patria chica de los “primeros amores” a Jesús. Había que recordar a la luz de la resurrección lo vivido por Jesús en Galilea, sus palabras y sus obras en Galilea. “Vayan a Galilea, ahí me verán” (Mt 28,10).

v Galilea, vista desde Jerusalén, es poca cosa: tierra marginal, sospechosa de rebeliones, heterogénea, marcada por influencias paganas, un pueblo en tinieblas, sin conocimiento de la ley. “De Galilea no puede salir nada bueno, ningún profeta”, así se decía. Ahora bien, Jesús resucitado invita a los discípulos a fijarse en las heridas en sus manos, pies y costado. Jesús resucitado mantiene la opción preferencial por los pobres practicada durante su inserción en Galilea.

Al enviar a sus discípulos a Galilea, el resucitado les envía a los lugares y a las realidades donde padecen y esperan los pobres de este mundo. Los muchos damnificados por el Niño Costero en Ancash y otros lugares del Perú están en Galilea. Están en Galilea los muchos amenazados en el mundo por la guerra y la violencia, los muchos buscando espacio y condiciones para vivir con algo de dignidad. Ustedes conocen perfectamente los lugares y las situaciones de Galilea en Chimbote, en su vecindad y quizás en su propia casa. También está Galilea dentro de cada uno de nosotros. “Vayan a Galilea…”


2. al monte donde Jesús los había citado.

No se trata de una indicación geográfica. En el Evangelio de Mateo “el monte” tiene singular significación y es manifestación de la autoridad de Jesús. 

v Aparece al inicio del evangelio el monte de las tentaciones (Mt 4,1-11). Jesús tentado comparte plenamente la condición humana, pero obedece al Espíritu que lo conduce al desierto.

v Ciertamente los discípulos de todos los tiempos siempre tienen que regresar al monte de las bienaventuranzas para interiorizar el estilo de vida de Jesús y de sus seguidores (Mt 5,1-12).

v Nunca deben olvidar los discípulos la experiencia en aquel monte, donde Jesús, conmovido por la compasión, atiende a mucha gente enferma y les da de comer (Mt 15,29-39).

v Era también en el monte que algunos discípulos podían ser testigos de la transfiguración de Jesús por el amor de Padre que lo presenta como hijo predilecto a quien hay que escuchar (Mt 17,1-8).

v Desde el monte Jesús pronuncia su discurso escatológico para invitarnos, en lo ordinario y desconcertante de la vida, a la fidelidad y la vigilancia (Mt 24,3-44).

v También ahora en Galilea y en todas partes está el monte de la resurrección de Jesús donde son citados sus discípulos para ser enviados al mundo entero (Mt 28,16-20).

Mural en colegio de España por Cerezo Barredo.

3. Al verlo lo adoraron; algunos sin embargo dudaron.

v Adorando a Jesús resucitado los discípulos reconocen su identidad con Dios Padre. Ahora se realiza plenamente su nombre anunciado al inicio del evangelio de Mateo: Emmanuel, Dios con nosotros.

v No importa tanto esa duda. La comunidad de Jesús siempre incluirá miembros débiles, miedosos, interesados e incoherentes. Recordemos aquí una reflexión sabrosa del Papa Francisco en una entrevista el 13 de  marzo de este año: “La crisis es para crecer en la fe. No se puede crecer sin crisis. La crisis es parte de la vida y una fe que no entra en crisis para crecer, generalmente permanece infantil”.


4. Jesús se acercó y les habló así: “Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra”

v El Resucitado no se aleja de nosotros y de nuestro mundo. Se acerca. Ahora su encarnación se hace plena. Jesús nace plenamente en la cruz. Su espíritu se entrega y se ofrece a todos. “No nos deja huérfanos… vuelve donde nosotros… nuestra tristeza se volverá alegría… podemos hacer sus obras y aún mayores…” (cf Jn 14 y 16).

v Jesús, reivindica autoridad suprema. En sus palabras resuena Daniel 7, 14 donde Dios entrega al Hijo del hombre el reino eterno. Resuena también el himno pascual: “Por eso Dios lo exaltó y le otorgó el Nombre que está sobre todo nombre. Para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos, y toda lengua confiese que Cristo Jesús es el Señor para gloria de Dios Padre” (Fil 2,9-11).


5. Vayan al mundo entero,

v hagan discípulos a todos los pueblos,
Dejemos al Papa Francisco recordarnos el duro trabajo de la evangelización: “La Iglesia en salida es la comunidad de discípulos misioneros que primerean, que se involucran, que acompañan, que fructifican y festejan” (EG 24). Toda la “Evangelii Gaudium” es recetario para hacer discípulos.

v bautícenles en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo
¡Qué desastre pastoral cuando el bautismo es reducido a un rito y su recuerdo es una foto!
El bautismo es inserción en la dinámica y la comunión de la Santísima Trinidad y se verifica en comunión y participación eclesial al servicio de la fraternidad en el mundo.

v y enséñenles a guardar todo lo que yo les he mandado.
Sí, enseñar a guardar, a cumplir, a practicar.
“Una pastoral en clave misionera no se obsesiona por la transmisión desarticulada de una multitud de doctrinas que se intenta imponer a fuerza de insistencia. Cuando se asume un objetivo pastoral y un estilo misionero, que realmente llegue a todo sin excepciones ni exclusiones, el anuncio se concentra en lo esencial, que es lo más bello, lo más grande, lo más atractivo y al mismo tiempo lo más necesario. La propuesta se simplifica, sin perder por ello profundidad y verdad, y así se vuelve más contundente y radiante” (EG 35).


Y sepan, que yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo”.  
¡Manos al pecho! ¿Es esta promesa entrañable del Señor el fundamento de nuestra fe, la razón de nuestra esperanza y el fuego de nuestra caridad?


Reflexión del P. Matías Siebenaller (2017)

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