Escrito por Segundo Sánchez Sánchez
En la madrugada del 2 de mayo de 1992, en el apacible distrito de Santa, ubicado a unos 15 kilómetros al norte de Chimbote (Perú), ocurrió un hecho que, lamentablemente, para muchos/as chimbotanos/as paso casi desapercibido. Esa infausta madrugada, un grupo de comandos militares fuertemente armados -ahora se sabe con certeza que fueron integrantes del tristemente recordado grupo Colina- irrumpieron en esta localidad para cometer uno de los más graves delitos de lesa humanidad y de flagrante violación a los derechos humanos.
Jesús Noriega Ríos, secretario de organización de la Federación de Campesinos sin Tierra del Valle Santa Lacramarca y activo dirigente vecinal de su distrito, fue la primera víctima. Los militares irrumpieron violentamente en su domicilio y lo sacaron como se encontraba ante la desesperación de su esposa y menores hijos. Luego se dirigieron a La Huaca, lugar de donde secuestraron al estudiante Dennis Castillo León, Federico Coquis Vásquez y al profesor Pedro López.
Gilmar León, a bordo de su bicicleta, retornaba a su domicilio después de participar en una celebración por el Día del Trabajo en Santa y tuvo la desgracia de cruzarse con las camionetas que venían de La Huaca después de haber secuestrado a los campesinos mencionados. Su modesto vehículo, tirado a un costado de la carretera, quedó como única prueba de su desaparición. Después, los secuestradores - se dirigieron a la Urbanización San Carlos para sacar prácticamente a empellones a los hermanos Barrientos ante la desesperación de sus familiares, especialmente de su señora madre, a quien le rompieron la cabeza... nada pudieron para impedir que sus hijos fueran detenidos.
Los hermanos Jorge y Carlos Tarazona, dirigente de la Federación de Campesinos sin Tierra del Valle Santa Lacramarca y activo dirigente en favor del desarrollo de su comunidad, fueron los últimos en ser sacados a la fuerza de su domicilio y llevados, en aquel momento, sin rumbo desconocido. Ahora se sabe que nuestros nueve hermanos campesinos del distrito de Santa fueron llevados a la altura de Coscomba y ser asesinados de la manera más cruel por el grupo Colina.
Desde ese aciago día, han transcurrido 18 años sin que se haya resuelto este execrable crimen de lesa humanidad, a pesar de que en todo este tiempo los familiares de los nueve campesinos desaparecidos han recurrido a todas las instancias judiciales en busca de justicia, así como a organizaciones de derechos humanos a nivel local y nacional solicitando apoyo y asesoramiento para esclarecer este horrendo crimen. Incluso este caso fue denunciado ante la Comisión de Derechos Humanos de la Organización de estados Americanos, pero nunca se logró la tan anhelada justicia, tan sólo la indiferencia de las autoridades judiciales locales y nacionales.
Hay que resaltar el trabajo sacrificado de los familiares de los desaparecidos de Santa en todos estos largos años, quienes sobreponiéndose a las dificultades económicas y la tristeza de haber perdido a sus hijos, han venido exigiendo que se haga justicia acudiendo no sólo a las autoridades locales sino ante las instancias judiciales a nivel nacional. Sobre todo es importante todo el trabajo de difusión de este crimen de lesa humanidad al recordar, cada 02 de mayo de todos los años, esta fecha con diferentes actos de reclamo como misas, plantones, marchas, exposiciones y difusión en los medios de comunicación buscando la solidaridad y sensibilización de la sociedad para esclarecer este horrendo crimen y sancionar con todo el peso de la ley a los culpables.
Jesús Noriega Ríos, secretario de organización de la Federación de Campesinos sin Tierra del Valle Santa Lacramarca y activo dirigente vecinal de su distrito, fue la primera víctima. Los militares irrumpieron violentamente en su domicilio y lo sacaron como se encontraba ante la desesperación de su esposa y menores hijos. Luego se dirigieron a La Huaca, lugar de donde secuestraron al estudiante Dennis Castillo León, Federico Coquis Vásquez y al profesor Pedro López.
Gilmar León, a bordo de su bicicleta, retornaba a su domicilio después de participar en una celebración por el Día del Trabajo en Santa y tuvo la desgracia de cruzarse con las camionetas que venían de La Huaca después de haber secuestrado a los campesinos mencionados. Su modesto vehículo, tirado a un costado de la carretera, quedó como única prueba de su desaparición. Después, los secuestradores - se dirigieron a la Urbanización San Carlos para sacar prácticamente a empellones a los hermanos Barrientos ante la desesperación de sus familiares, especialmente de su señora madre, a quien le rompieron la cabeza... nada pudieron para impedir que sus hijos fueran detenidos.
Los hermanos Jorge y Carlos Tarazona, dirigente de la Federación de Campesinos sin Tierra del Valle Santa Lacramarca y activo dirigente en favor del desarrollo de su comunidad, fueron los últimos en ser sacados a la fuerza de su domicilio y llevados, en aquel momento, sin rumbo desconocido. Ahora se sabe que nuestros nueve hermanos campesinos del distrito de Santa fueron llevados a la altura de Coscomba y ser asesinados de la manera más cruel por el grupo Colina.
Desde ese aciago día, han transcurrido 18 años sin que se haya resuelto este execrable crimen de lesa humanidad, a pesar de que en todo este tiempo los familiares de los nueve campesinos desaparecidos han recurrido a todas las instancias judiciales en busca de justicia, así como a organizaciones de derechos humanos a nivel local y nacional solicitando apoyo y asesoramiento para esclarecer este horrendo crimen. Incluso este caso fue denunciado ante la Comisión de Derechos Humanos de la Organización de estados Americanos, pero nunca se logró la tan anhelada justicia, tan sólo la indiferencia de las autoridades judiciales locales y nacionales.
Hay que resaltar el trabajo sacrificado de los familiares de los desaparecidos de Santa en todos estos largos años, quienes sobreponiéndose a las dificultades económicas y la tristeza de haber perdido a sus hijos, han venido exigiendo que se haga justicia acudiendo no sólo a las autoridades locales sino ante las instancias judiciales a nivel nacional. Sobre todo es importante todo el trabajo de difusión de este crimen de lesa humanidad al recordar, cada 02 de mayo de todos los años, esta fecha con diferentes actos de reclamo como misas, plantones, marchas, exposiciones y difusión en los medios de comunicación buscando la solidaridad y sensibilización de la sociedad para esclarecer este horrendo crimen y sancionar con todo el peso de la ley a los culpables.
Durante muchos años, desde la Comisión de Justicia Social de la Diócesis de Chimbote y durante el tiempo que integré esa institución, junto a sus familiares hemos venido luchando para exigir que se haga justicia. Y junto a los familiares de los más cinco mil detenidos desaparecidos a nivel nacional -en aquellos años- pedíamos a las autoridades que nos devuelvan a nuestros familiares. VIVOS LOS LLEVARON, VIVOS QUEREMOS QUE LOS DEVUELVAN fue el pedido de nuestros hermanos de todo el Perú y especialmente de los nueve campesinos desaparecidos del distrito de Santa.
Hoy, con el testimonio de uno de los integrantes del nefasto grupo Colina, sabemos que nuestros hermanos fueron cruelmente asesinados, despedazados y enterrados en fosas clandestinas... por lo tanto seguiremos exigiendo justicia para sus familiares y que los culpables -materiales e intelectuales- sean sancionados con todo el peso de la ley. No podemos permitir que este asesinato quede impune, por eso seguiremos luchando -desde el lugar que nos encontremos- porque la justicia se abra paso en nuestro país.
A los familiares de nuestros nueve hermanos campesinos desaparecidos de Santa les expresamos nuestra solidaridad y apoyo en su larga y sacrificada labor de lograr la tan ansiada justicia para sus hijos, hermanos y nietos. A sus hijos e hijas, ahora ya adultos/as, recordarles que sus padres fueron personas que lucharon por el desarrollo de su pueblo y la reivindicación del sector más olvidado del campo: LOS CAMPESINOS SIN TIERRA.
A los familiares de mis grandes amigos y compañeros lucha como Jesús Noriega, Pedro López y Carlos Tarazona, así como Dennis castillo, los hermanos Barrientos, Gilmar León y Federico Coquis solamente expresarles mi solidaridad y decirles a ellos y ellas que me siento privilegiado de su amistad. QUE EN PAZ DESCANSEN, PERO LA LUCHA CONTINUA.
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