domingo, 15 de junio de 2014

Perú inicia la exhumación de víctimas ashánincas

En esta foto del 6 de junio de 2014, entregada por el ministerio Público de Perú, se ven huesos encontrados durante la exhumación de restos de miembros de una tribu amazónica en la zona de Apurimac, Perú. Las autoridades comenzaron la exhumación de las víctimas de la etnia amazónica que acumuló el mayor número de muertos durante el conflicto armado entre las fuerzas de seguridad y Sendero Luminoso, informó la Fiscalía el martes 10 de junio de 2014. LUIS VILCAROMERO, MINISTERIO PÚBLICO PERÚ / AP PHOTO

LIMA, Perú -- Perú comenzó la exhumación de las víctimas de la etnia amazónica que acumuló el mayor número de muertos durante el conflicto armado entre las fuerzas de seguridad y Sendero Luminoso, informó el martes la Fiscalía.

"Este es el inicio de la búsqueda de los desaparecidos ashánincas, nunca antes se hizo este trabajo", dijo en una entrevista con The Associated Press el jefe del Equipo Forense Especializado, Ivan Rivasplata, quien junto a expertos resguardados por soldados del ejército llegaron hasta el Valle de los ríos Apurímac y Ene para realizar los trabajos de búsqueda.

El último fin de semana los forenses hallaron un cadáver con la vestimenta marrón típica de los ashánincas. "Esperamos encontrar unos 130 cadáveres", afirmó Rivasplata. Añadió que de acuerdo con las declaraciones de los nativos sobrevivientes tienen pensado intervenir cinco lugares de entierro en las comunidades de Yainapango y Mapotoa.

Leslie Villapolo, una psicóloga social e investigadora de la cultura asháninca, dijo por teléfono a AP que la razón por la que Sendero Luminoso dominó a sangre y fuego el amplio territorio nativo radica en una lógica geopolítica: las tierras ashánincas conectan Lima con el resto de la Amazonía y la región Ayacucho, la cuna de la insurgencia.

Miguel Pachacámac, un asháninca sobreviviente que tenía el rostro maquillado con líneas rojas hechas con una planta llamada achiote, afirmó que los rebeldes no enterraban los cadáveres de los nativos. "Secuestraban, mataban y botaban, luego venían los gallinazos", dijo en un video grabado por los forenses que AP obtuvo y cuya autenticidad verificó.

Entre 30 y 40 comunidades ashánincas fueron borradas del mapa, 10.000 ashánincas fueron desplazados forzosamente, 6.000 fallecieron y 5.000 fueron esclavizados por Sendero Luminoso, según el informe de la Comisión de la Verdad, el más importante estudio sobre el conflicto armado interno entre 1980 y 2000.

Gregorio Ñaco, otro poblador, afirmó que en 1993 junto a decenas de sobrevivientes rescataron "a chicos, grandes, abuelos, cargando a los enfermos" esclavizados durante casi cinco años por Sendero. Según el último censo oficial conocido de comunidades indígenas, realizado en 2007, la población asháninca es de 97.000 personas.

Villapolo comentó que el territorio asháninca y otro en la región Ayacucho conocido como "Oreja de Perro" son las dos únicas zonas de Perú donde Sendero Luminoso instaló "lo que llamaban el Nuevo Estado y donde ellos tenían el control sobre la vida, la muerte, los sentimientos, sobre lo que vestían, lo que comían y cantaban los ashánincas, en un régimen que únicamente se compara con los ejercidos por el de Kmer Rojo en Camboya". Usualmente mataban a los que intentaban escapar o se enfermaban, añadió.

Zonas cercanas al lugar donde los forenses realizan sus exhumaciones son lugares de tránsito de los últimos batallones de Sendero Luminoso y de narcotraficantes que exportan cocaína en avionetas clandestinas a Bolivia y Brasil.

En el Valle de los ríos Apurímac y Ene, donde se halla el territorio asháninca, se produce el 54% de la cocaína elaborada en Perú, el mayor productor mundial de esta droga desde 2012, según la agencia antinarcóticos estadounidense DEA. Esta tierra también es codiciada por multinacionales que buscan construir hidroeléctricas desplazando a los nativos, que se han opuesto encabezados por la líder asháninca Ruth Buendía, ganadora en abril del premio ambiental Goldman.

La Central Asháninka del Río Ene, una reputada organización nativa que dirige Buendía, calcula que tras la catástrofe de este pueblo indígena el promedio de desnutrición de los niños llega hasta 82%. No existen cifras oficiales.

De: El Nuevo Herald (10 de junio, 2014)

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