viernes, 14 de febrero de 2014

37 años, promoviendo el conocimiento y el respeto a LOS DERECHOS HUMANOS y LA SOLIDARIDAD


Inspirada su creación por Medellín (Documento del Episcopado Latinoamericano, 1968), la Comisión de Justicia Social de la Diócesis de Chimbote, tuvo y tiene como fin, dar cumplimiento a la misión de la Iglesia Católica: “prestar ayuda a los desvalidos de cualquier tipo o medio social, para que conozcan sus propios derechos y sepan hacer uso de ellos”; para “urgir a nuestros gobiernos y clase dirigente para que eliminen todo cuanto destruya la paz social, injusticia, inercia, venalidad e insensibilidad”.

Aquellos y aquellas personas (trabajadores, voluntarios y colaboradores) que han acompañado el caminar de la Comisión de justicia social, en sus distintos retos, hicieron de su compromiso para y con los pobres aquello que era necesario: “abandonar su posición de privilegio y romper el tejido de relaciones sociales que ello acarrea”(1) acciones ineludibles para evidenciar un compromiso real y no meramente idealista.

Han transcurrido 37 años; en el tiempo de su creación, de injusticia institucionalizada como reza un fundamento de su creación, el pueblo de Dios, los más pobres, gritaban su hambre y sed de justicia.

Sin embargo, habiendo transcurrido innumerables jornadas de solidaridad con ellos; con frustración debemos reconocer que ese grito por justicia aún perdura, que hoy, a pesar del proclamado desarrollo, las condiciones de injusticia que golpea a los más pobres no han sido superadas.

Los pobres, 37 años después, siguen siendo los mismos: los que no tienen acceso a un puesto de trabajo digno, a servicios de salud dignos, a vivienda digna, a educación que libere, a ser tratados en condiciones de igualdad, a ser informados con la verdad, a la protección de su espacio natural y así, podríamos seguir reseñando los muchos derechos que les son violentados. Realidad que hoy viene acompañada del grave fenómeno de la CORRUPCIÓN institucionalizada en los diversos estamentos estatales que además echa raíces en todo el tejido social, que da lugar, a su vez, al crimen organizado y a condiciones de inseguridad, y que, como siempre, tiene como víctimas a los más débiles.

La Comisión de Justicia Social, reconociendo que los pobres son el producto del sistema en que vivimos y del que somos responsables (2), desarrolla su misión, entrando en solidaridad con estos, compartiendo su vida, y en esta relación, descubriendo a Dios que es la fuente de su esperanza. (3). Pues ninguno entre nosotros será de veras libre mientras nuestras hermanas y hermanos sean esclavizados por estructuras y sistemas de factura humana. El llamado a reconocer a los demás como prójimos y ayudar a crear estructuras que fomenten la solidaridad con el resto de la humanidad y la creación entera es algo que se encuentra en el núcleo de la identidad humana.

Esta es nuestra misión y compromiso, que hoy renovamos, respaldados en lo que consideramos profundas convicciones CRISTIANAS.
En Chimbote, a los 14 días del mes de febrero del 2014.


(1),(2) y (3) Gustavo Gutiérrez, citado por Mary Catherine Hilkert, op, en su artículo “Descubrir la imagen de Dios en los rostros de los pobres” en el libro homenaje LIBERTAD Y ESPERANZA a Gustavo Gutiérrez por sus 80 años. CENTRO DE ESTUDIOS Y PUBLICACIONES. INSTITUTO BARTOLOMÉ DE LAS CASAS. Pag. 67 - 80.

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