viernes, 4 de julio de 2014

Los sencillos son tus preferidos

Compartimos uno de los mensajes del Fray Héctor Herra O.P. publicado en "Al encuentro de la vida" (microprograma vía Radio Santo Domingo)


DOMINGO 14 T.O. CICLO A. D.06.07.2014. MT. 11,25-30

La Iglesia, este pueblo de Dios está en una búsqueda constante de una vuelta a los orígenes del evangelio de la alegría. Así nos lo da a entender claramente el obispo de Roma, Francisco: “cuánto querría una Iglesia pobre y para los pobres…”. Sus gestos nos permiten ver como los preferidos de Jesús, vuelven a ser el centro de la misión de la Iglesia, como la alegría que experimenta Jesús, como nos recuerda el evangelio de hoy de Mt. 11,25-30, Jesús pronuncia con alegría esta hermosa oración: “Te alabo Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque ocultando estas cosas a los sabios y entendidos, se las diste a conocer a la gente sencilla. Sí, Padre, ésa ha sido tu elección”(vv. 25-26).

Jesús nos enseña que sólo el Hijo es capaz de mostrarnos el verdadero rostro de un Dios amoroso y misericordioso que se manifiesta a los sencillos y se cierra a los sabios y orgullosos. Aún más los que se sienten cansados y agobiados encontrarán en Él alivio (v.28).

¿Quiénes son los pequeños? Son los excluidos de nuestra sociedad: niñas, os de la calle, gente maltratada, sin trabajo, los que sufren la contaminación de los ríos, los que viven en situaciones de extrema pobreza víctimas de la violencia, los migrantes, los enfermos, los indígenas, a quienes se les imponen cargas pesadas, a los que se abusa quitándoles su hábitat. A ellos se dirigió Jesús y urge a su Iglesia, a hacer de ellos sus preferidos: a saber escucharlos, acompañarlos y trabajar por su dignidad como personas. Jesús se dirige a los poderosos de su tiempo, quienes creían tener en sus manos el poder de Dios y habían hecho de la Ley una carga insoportable con sus 643 preceptos y con un rigor de interpretación sobre purificaciones, ofrendas, sacrificios y descanso del sábado, que se convertía en un yugo deshumanizador. Por eso Jesús nos dice: Vengan a mí.” Carguen con mi yugo y aprendan de mí, que soy tolerante y humilde de corazón, y encontrarán descanso para su vida. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera” (vv.29-30). El yugo de Jesús es el amor, la libertad y la ternura. Frente a las pesadas leyes que los fariseos imponían obligaciones que ni ellos eran capaces de cumplir” (Mt, 23,2-4), Jesús nos propone el amor que defiende la vida.

Sólo el amor libera, dignifica y nos hace crecer y madurar en la vida, porque no es la ley del dominio y de la opresión sobre el otro, sino es reconocer que el amor de Dios nos mueve a amarnos y amar al otro. Cuando uno comprende que su misión como creyente, en medio de los pobres, se basa en el amor a Dios, nos permite descubrir la cercanía y solidaridad con los más indefensos. Porque el Dios en quien creemos se nos ha dado a conocer en la humildad de Jesús como señala Zacarias 9,9-10. Si el mundo de hoy comprendiera que la carrera armamentista se gasta tanto dinero que sólo lleva a la destrucción y a la guerra, se invirtiera en agricultura, alimentación, educación, salud, trabajo, tendríamos un mundo con rostro más humano y solidario.

Vivamos según el Espíritu de Jesús. Porque Cristo nos ha dado una nueva vida, porque el Espíritu de Dios habita en ustedes”(Rom 8,9). El amor de Dios será la luz y la fuerza para creer que Dios tiene un proyecto de amor con nosotros, en medio de los sencillos.(Fr. Héctor Herrera, O.P.)

Escuchar el microprograma aquí

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