domingo, 24 de enero de 2021

PRONUNCIAMIENTO DE LOS EQUIPOS DOCENTES DE LA REGIÓN CENTRO DE AMÉRICA LATINA - 2021

Reunidos en un encuentro virtual, los países de: Ecuador, Colombia, Bolivia y Perú, en el marco de VIII Encuentro del Movimiento laical Equipos Docentes de América Latina, Región Centro, con el objetivo de reflexionar y dar respuesta a la problemática en torno a “Mujer, Género y Educación”, nos dirigimos a nuestros(as) colegas, padres y madres de familia y estudiantes, para expresar lo siguiente:

CONSTATAMOS: 

1. La pandemia del Covid 19 develó una sociedad profundamente desigual para nuestros pueblos, producto del modelo neoliberal aprovechado por gobiernos complacientes con las élites foráneas y nacionales, para continuar un sistema de despojo de los más elementales Derechos Humanos.

2. La pandemia nos afectó fuertemente en todo ámbito: social, político, económico, familiar, educativo… develándola gran desigualdad existente, mostrando quienes son los más pobres entre los y las pobres, pero al mismo tiempo visibilizó lo mejor de la humanidad, como la solidaridad, y lo peor de ella, como la corrupción y el negociado de la salud en medio de la emergencia.

3. El confinamiento social parte del protocolo de cuidado frente al Covid nos lanzó al trabajo remoto, al estudio remoto, a las relaciones remotas, afectando nuestra salud mental y evidenciando una gran disparidad tecnológica y poca preparación en infraestructura digital.

4. Los maestros y maestras de los diferentes países tuvieron que enfrentar los desafíos de la educación virtual, dejando al descubierto que no todos(as) estaban preparados, enfrentando una dura transición y asumiendo con entereza las capacitaciones y la adquisición de herramientas tecnológicas. Atendieron a sus estudiantes sin horarios, reinventando con creatividad su trabajo pedagógico desde sus casas y con sus propios recursos. 

5. Los sistemas educativos de nuestros países se encontraban en crisis. La pandemia agudizó esta situación: cerca del 50% de nuestros estudiantes no lograron seguir sus clases virtuales por limitaciones económicas que impiden conexión y equipamiento o las dinámicas laborales locales, como las del campo o la selva.

6. Los padres y madres de familia, así como diversos agentes de la comunidad, fueron nuestros aliados logrando un trabajo colaborativo que en muchos casos restituyó el vínculo entre familia, escuela y comunidad. Esta valiosa experiencia retoma con fuerza las posibilidades de la educación comunitaria y popular, muchos de cuyos principios fueron postulados por el maestro Paulo Freire, a quien rendimos homenaje en este 2021. 

7. El confinamiento al que nos ha obligado la pandemia puso en mayor situación de vulnerabilidad a las niñas y las mujeres. Vemos que en nuestros países existen leyes para evitar y sancionar la violencia contra la mujer y políticas públicas para la equidad de género, pero en la práctica su ejecución e implementación es lenta o no se cumple. Aún es urgente un arduo trabajo educativo para el reconocimiento del rol de la mujer y para el empoderamiento de las niñas y adolescentes, que promueva un cambio cultural.

8. La educación viene desde hace un tiempo respondiendo más a la lógica de los indicadores y cifras que a la persona, por ello nos sumamos con firmeza al llamado del Papa Francisco a través del Pacto Global por la Educación, entendido como alianza integral para reconstruir la educación, re humanizándola en base a nuevas relaciones y vínculos de los seres humanos, siendo la persona el centro de la educación.

9. Nuestro mayor reto es dejar de lado nuestros temores para identificar cómo ser seguidores de Cristo y su proyecto para la humanidad en estos nuevos tiempos, siendo agentes de cambio desde la escuela y todo espacio educativo, promoviendo un cambio de mentalidad con el objetivo de buscar una educación igualitaria que rompa estereotipos y valore a la persona en su integridad, cuidando de los grupos más vulnerables. 

POR LO CONSTATADO ACORDAMOS:

1. Rechazar las imposiciones del neoliberalismo y sus dinámicas opuestas a los valores evangélicos de justicia, fraternidad, solidaridad, paz, bien común.

2. Exigir el cumplimiento de la responsabilidad que tienen los Estados en relación a la Educación y los derechos de los niños y las niñas.

3. Promover nuestro propio protagonismo, luchando contra cualquier sistema injusto que impida el desarrollo de las mujeres y cualquier grupo humano, con derecho a decisión, en permanente acción emancipatoria.

4. Trabajar con igualdad de género desde de la casa, la escuela, la parroquia, el barrio, para contribuir a una sociedad digna e igualitaria que respete a todas las personas.

5. Asumir compromisos en asociaciones, en sindicatos, en organizaciones políticas y en nuestro Movimiento de Equipos Docentes, contribuyendo a un cambio visible en la sociedad con relaciones igualitarias y nuevas masculinidades.

6. Aplicar y difundir las orientaciones del Pacto Global por la Educación, para que nos permita desaprender una pedagogía de la competencia, la productividad y el consumo, reemplazándolas por una pedagogía de la ternura y la sororidad en comunidad liberadora.

7. Construir espacios de aprendizajes dentro de los Equipos desde la mirada de género, refrescando nuestra filosofía, recuperando la espiritualidad equipista en complementariedad a la de nuestros pueblos originarios y lo femenino, para fortalecer nuestras identidades como semillas del árbol de la vida, en conexión permanente y amorosa con nuestra Casa Común.

8. Participar en la celebración por los 100 años de Paulo Freire, en cada uno de los países y a nivel latinoamericano.

Educar es un acto de esperanza.

¡Únete al Pacto Global por la Educación!

10 de enero del 2021

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